Brecha – Contratapa – “Patas Limpias” para el calcio trucho

Quizá es el escándalo más grave de la historia del deporte mundial. Durante años la Juventus, uno de los clubes más gloriosos de Europa, maniobró la Liga italiana hasta en los mínimos detalles, falsificando partidos, presupuestos, contratos de un negocio que vale 2.000 millones de euros. Ahora el viejo fiscal de “Manos Limpias” lanza “Patas Limpias”.

Gennaro Carotenuto desde Roma
LA PELOTA NO ES REDONDA. Este es un escándalo que debe contarse a partir de los detalles. El principal imputado, el poderosísimo director general de la Juventus de Turín, Luciano Moggi, hacía y recibía un promedio de 416 llamadas telefónicas diarias. Desde sus celulares decidía todo, y todo está grabado en las intervenciones telefónicas realizadas por los fiscales de Nápoles. Moggi escribía el guión de la Liga partido a partido. Nada debía pasar sin su permiso y el de sus cómplices, entre los cuales figuran el presidente de la Federación Italiana (FIGC), Franco Carraro, que ya dimitió, los que designan a los árbitros, y la empresa –casi un monopolio– que administra la mitad de los jugadores de primera división. Queda en la sombra hasta ahora la posición del Milan de Silvio Berlusconi, y de su testaferro en la presidencia de la Liga, Adriano Galliani. Pero la Juve y el Milan se repartieron 13 de las últimas 15 ligas, y eran aliados en cortar el bacalao de los derechos televisivos. De los 600 millones de euros que cada año vale la serie A para la tevé, las dos terceras partes le tocaban a la Juve y al Milan. Sólo Inter, Roma y Lazio lograban una fetita decente y a un cuadro chico le correspondía el 1 por ciento de lo que le tocaba a los mayores. Y es que los cuadros chicos están demasiado endeudados como para quejarse.
En el calcio se mueve mucha plata, pero no tanta para los voraces estómagos de sus dirigentes: los presupuestos de 17 de los 20 clubes de la Serie A y 17 de los 22 de la B serían irregulares a pesar de haber sido regularmente certificados. Todo trucho, pero el berlusconismo ya había despenalizado el delito de falsificación de presupuesto…
Una temporada, la 2004-2005, está siendo investigada con rigor por la justicia, pero el sistema está en pie desde hace una década atrás. Los arreglos (que incluían hasta la cantidad de tarjetas, amarillas y rojas, que sacaban los árbitros en los partidos) comprendían a los medios de comunicación. Periodistas cómplices en los canales de televisión convencían al público, y la moviola, una suerte de telebín, la repetición de las jugadas conflictivas en la tevé, era manipulada. Decenas de personas ya han sido requeridas, muchas de ellas acusadas de asociación delictiva para el fraude deportivo. Juventus, Fiorentina y Lazio, entre los equipos más importantes, podrían descender a Segunda. Para la Juventus de Turín, el equipo de la FIAT y del poder económico, con 29 ligas ganadas, sería la primera vez en la historia. Bajando a la B, la Juve, una sociedad que cotiza en la Bolsa de Milán, perdería casi 200 millones de euros en contratos ya firmados. Podría significar el fin de una historia de triunfos construidos sobre el poderío económico de la familia Agnelli.
PINCELAZOS DESDE EL SISTEMA. Luciano Moggi está imputado de secuestro por haber encerrado, al final de un partido, a un árbitro que había cobrado un penal contra la Juve. El ministro del Interior de Silvio Berlusconi, Giuseppe Pisanu, llamaba al presidente del quipo turinés para pedirle favores para su equipo de serie C, el Torres de Sassari, de Cerdeña. Como si fuera Michael Douglas en la película de Oliver Stone Wall Street, Moggi orquestaba con su cúpula cómo llevar a la quiebra a equipos enemigos y luego controlarlos o entregarlos a amigos. Así quebró a la Fiorentina de Gabriel Batistuta, o al Napoli de Diego Armando Maradona. Cuando el equipo de Florencia volvió a la serie A y se encontró en apuros –llámense “síndrome de Estocolmo”– su nuevo dueño pidió a Moggi que lo salvara. Y lo salvó. Y ahora probablemente volverá a bajar por irregularidades. La Roma, que lo había desafiado, llegando a ganar la Liga en el año 2001, fue apretada en una guerra económica. Su dueño, Franco Sensi, perdió cientos de millones de euros hasta que le dio un infarto y abdicó en favor de su hija Rosella, que firmó el armisticio.
LOS HIJOS DE… El centro del negocio era la GEA, una sociedad de intermediación futbolística que había llegado a gestionar 270 jugadores y decenas de entrenadores. Un negocio rentable que involucraba a Alessandro, hijo de Moggi; a Davide, hijo de Marcello Lippi, entrenador de la selección de Italia y ex entrenador de la Juventus; a Chiara, hija del poderoso banquero Cesare Geronzi, que presta dinero y es socio de media serie A; a Francesca, hija de Calisto Tanzi, el de la Parmalat, hoy en prisión domiciliaria por el escándalo que arruinó a cientos de miles de pequeños ahorristas; a Giuseppe, hijo de Ciriaco de Mita, jefe de gobierno democristiano en los ochenta. Un grupo de privilegiados que ganaba plata dulce maniobrando en el fútbol.
El defensa Fabio Cannavaro, capitán de la Juve después de Paolo Montero, y de la selección italiana, fue instado a chantajear a su viejo club para que lo cedieran. Lo hizo. Otros dejaron a su patrocinador con la promesa de jugar en la selección. Y lo lograron, ya que Lippi, Marcello, era el padre de Davide. Cannavaro, como todos los jugadores de la Juve, estuvo involucrado en un juicio por doping, del cual salieron absueltos en circunstancias poco claras después de que el médico del equipo fuera condenado en primera instancia. Sin embargo él, el capitán de la selección, se hizo filmar en un video mientras le inyectaban una sustancia en las venas. Era un chiste, dijo. Su compañero de equipo el arquero de la selección Gianluigi Buffon, debió admitir que dilapidó en apuestas, futbolísticas incluidas, más de dos millones de euros.
El árbitro Massimo de Santis, que debía representar a Italia en el Mundial de Alemania, construyó su carrera para ser el heredero de Pierluigi Collina, el pelado e incorruptible que arbitró la final en Tokio. Cuando lo dejaron fuera de Alemania eclaró: “No pueden hacerlo, si yo hice todo lo que se me pidió”. Los árbitros eran peones. En algunas de las llamadas telefónicas analizadas por la justicia queda claro que Moggi dictaminaba quién debe arbitrar hasta los amistosos. Nueve de los principales árbitros serán expulsados. Eran cómplices de un sistema en el cual administraban con sabiduría las tarjetas amarillas para hacer que los mejores jugadores de los clubes que debían enfrentar a la Juve no estuvieran en los partidos decisivos. En la Liga 2004-2005, a 24 jugadores se les impidió jugar contra la Juve y a 25 en la Liga que finalizó hace dos semanas. Todo está grabado.
Italia irá al Mundial con su carga de Lippi, Buffon, Cannavaro, que el comisario plenipotenciario de la Federación, recién nombrado por el gobierno, no juzgó oportuno remover. Una decisión que hace dudar sobre las reales intenciones de la centroizquierda de empezar de nuevo. Pero por otro lado el mismo comisario designó para encargarse del escándalo futbolístico a Francesco Saverio Borrelli, que en los años noventa era el procurador general de la República en Milán y jefe supremo de la operación “Manos Limpias” que reveló la corrupción política en el país. Se jubiló hace cuatro años con un famoso discurso contra la destrucción del sistema judicial por parte de Berlusconi que concluía con un grito: “¡Resistir, resistir, resistir!”. El caballero de antaño vuelve a la cancha pasando de “Manos Limpias” a “Patas Limpias”.