Brecha – Israel: ¿Una mayoría para la paz?

Ariel Sharon deja el Likud, el partido derechista que fundó hace más de treinta años. Forma un nuevo partido al que define como centrista y llama a nuevas elecciones el 28 de marzo de 2006. Sin embargo, la verdadera novedad está en la izquierda, con los laboristas del nuevo líder sefardí Amir Peretz.

Desde Roma Gennaro Carotenuto
La aceleración de la política israelí abre escenarios esperanzadores y preocupantes a la vez, aunque la contraparte, los palestinos, sigan confinados dentro del muro de Cisjordania, sujetos a la silenciosa política de ejecuciones sumarias por parte del ejército israelí que retomó su rumbo acostumbrado después del retiro israelí desde Gaza. Hace diez días, el partido laborista realizó un enorme vuelco generacional y político eligiendo al cincuentón Amir Peretz como líder del partido. Hace una semana Peretz sepultó al gobierno de unidad nacional abandonando el Ejecutivo. El lunes el primer ministro Ariel Sharon abandonó su partido, el Likud, y en una breve secuencia fundó otro y luego dimitió del gobierno del presidente Moshé Katzav. Éste ha renunciado a intentar formar otro gabinete y, llamando a nuevas elecciones para el próximo 28 de marzo, dio inicio a una de las campañas electorales más inciertas de la historia de un país políticamente atormentado. La campaña arrancará definitivamente cuando el 19 de diciembre lo que queda del partido de derecha Likud elija a su nuevo líder. El que tiene más probabilidades es el ultraderechista ex primer ministro y ex ministro de Economía de Sharon, Biniamin Netaniahu.

La secuencia de acontecimientos después de que en agosto fueran desmanteladas las colonias ilegales de Gaza, ha conducido a nuevas elecciones políticas y a una recomposición del cuadro político israelí. Éste ?con un parlamento de 120 diputados? ha sido siempre formado por un sinfín de partidos menores, a menudo con apenas uno o dos diputados, aglutinados alrededor de los dos mayores, el Likud, de derecha, y el laborista, de centroizquierda. Ahora, si Ariel Sharon lograra asentar su nueva agrupación ?llamada Adelante? y darle representación política a la mayoría de israelíes que aprobaron el retiro desde Gaza, nos encontraremos con tres grandes partidos. En la ultraderecha el Likud. Este partido, al cual los sondeos del miércoles atribuyen 18 escaños, es el partido de los colonos y de los ultranacionalistas contrarios a cualquier retiro y reconocimiento de la Autoridad Nacional Palestina. La centroderecha la ocupa el nuevo partido de Ariel Sharon, quien aparentemente renuncia a su sueño de forjar el ?Gran Israel?. Lo hace con un discurso que asume la necesidad de retomar el proceso de paz, pero a su manera, que no se distingue mucho de la de Netaniahu: ?Sólo después de haber aniquilado al terrorismo podremos retomar el camino? de una Mapa de Ruta, que resulta un severo castigo para los palestinos. Sólo cuando se haya derrotado cualquier afán palestino de resistencia estaremos listos para tratar sobre las fronteras definitivas de Israel, viene a decir Sharon. Como se ha visto en los últimos meses, es una política que sigue siendo agresiva y sigue favoreciendo a Hamás y haciendo más débil al presidente palestino Abu Mazen y a Al Fataj (la principal fuerza de la OLP) en espera de las elecciones palestinas del próximo enero. Por ahora, los sondeos dan la razón a Sharon atribuyéndole 30 diputados contra los 26 del partido laborista de Amir Peretz.

A pesar de todo, hay muy pocos ejemplos en la historia de un partido que se escinda desde el gobierno. Así que no sorprende que los acontecimientos israelíes de esta semana puedan considerarse un verdadero terremoto político. El retiro desde Gaza del pasado agosto movilizó el cuadro político israelí mucho más y mucho más rápidamente de lo previsible. Desde la izquierda, un partido laborista que en el gobierno de unidad nacional con la derecha había sacrificado completamente su identidad, da un giro importante eligiendo un nuevo líder, como el sindicalista Amir Peretz. En el terremoto político hay que señalar otra noticia. Desde ayer el control de la frontera entre Gaza y Egipto está en manos de observadores internacionales.

LA IZQUIERDA VUELVE A LA CANCHA. Una motivación importante para que Ariel Sharon dejara su partido puede ser buscada en las características peculiares del nuevo líder del partido socialista, Peretz. Nacido en 1952 en Marruecos, es el primer sefardí (israelí de origen medioriental) que llega al liderazgo del partido laborista, hasta ahora dominado por los ashkenazís, los hebreos de la diáspora, especialmente europea, que en Israel representan la clase dirigente en muchos sectores. Las características personales y el carisma de Peretz están movilizando el mapa político israelí, y uno de los temores más grandes de Sharon era que Peretz pudiera desplazar hacia la izquierda una parte del voto sefardí tradicionalmente ligado al Likud. Peretz llegó a Israel con tres años de edad. Se estableció en Sderot, en el Negev, donde se inicia en política como intendente. Sin embargo su carrera política gana visibilidad a nivel nacional cuando en 1994 llega a la dirección del Histadrut, el mayor sindicato del país. Especialmente en los últimos cinco años el partido laborista ha compartido todas las responsabilidades del Likud en el gobierno de unidad nacional, tanto en las cuestiones concernientes al conflicto con Palestina como en política económica. El estancamiento en la lucha contra una pobreza que el neoliberalismo de Netaniahu ha impuesto a la tercera parte de los israelíes, era el principal motivo de la crisis de la imagen del partido laborista, todavía ligado al liderazgo del octagenario Shimon Peres. Con respecto al conflicto no debe esperarse grandes giros por parte de un Peretz que en el pasado ha militado en la agrupación Paz Ahora. Ha declarado que si es elegido primer ministro no devolverá Jerusalén este a los palestinos, ni permitirá el regreso de los refugiados. Con respecto a las colonias ilegales en Cisjordania, abre la posibilidad de restituir las más aisladas y menos defendibles, pero jamás abandonará las cinco mayores, donde vive la mayor parte de los colonos, y acaba de bendecir la construcción de 350 apartamentos en la ciudad ilegal de Maale Adumim. No habría novedades si Peretz no representara realmente la vuelta a la cancha de una izquierda sindical crítica con el rumbo económico tomado por el país en un cuarto de siglo donde la derecha política y económica ha dominado el escenario. Y en este terreno los laboristas, si quieren lograr resultados, no pueden no ser críticos del enorme flujo de dinero que alimenta la ocupación de Cisjordania, las ventajas a los colonos que dejan atrás especialmente a los sefardíes que, si se sienten representados por el Likud, pertenecen en su mayoría a las clases populares.

En el complejo cuadro político israelí es impredecible lo que pasará en marzo, especialmente porque, pasada la emoción del momento, Sharon deberá salir a confirmar uno a uno los votos que hoy en día se le atribuyen. Y debe hacerlo con un partido que aún no existe. Sin embargo, si se votara hoy, Sharon sería primer ministro por tercera vez consecutiva y seguiría siéndolo con un gobierno de unidad nacional entre su figura ?que no deja de ser el símbolo de la derecha nacionalista israelí? y el partido laborista. Los bigotes de Peretz en lugar del pelo canoso de Peres: cambiar todo para no cambiar nada.