Brecha – Congreso sobre el terrorismo A escala planetaria

¿Cómo es posible que un gran congreso internacional sobre el terrorismo, que reunió a 680 estudiosos, periodistas, investigadores, juristas de 67 países, haya pasado prácticamente inadvertido en los grandes medios de comunicación mundial?


Gennaro Carotenuto. Desde La Habana.


El problema es que el Encuentro contra el Terrorismo, por la Verdad y la Justicia se desarrolló en Cuba, y que en el banquillo de los acusados, en lugar de afganos, libios, iraquíes, tuvo que sentarse la patria de la ?lucha contra el terrorismo?: Estados Unidos. De allí la censura en los medios, más aun cuando decenas de estudiosos exhibieron miles de documentos, en gran parte procedentes de los propios Estados Unidos, que acusan a ese país de lo que la ensayista argentino-mexicana Stella Calloni ?una de las máximas especialistas en los archivos del Plan Cóndor? definió como ?terrorismo de Estado mundial?.
 
Afirmaciones como las de Calloni aparecen tan desubicadas en el concierto massmediático mundial como fehacientes a la luz de las documentaciones exhibidas en el congreso, así como en cientos de publicaciones en las décadas pasadas. El mérito del evento, convocado para llamar la atención sobre el caso del terrorista Posada Carriles (véase nota Samuel Blixen), fue ofrecer una visión de conjunto sobre la política de terrorismo de Estado impulsada en América Latina por el gobierno de Estados Unidos, directamente o respaldando a actores locales.
 
En el Palacio de Convenciones de La Habana, convocados por el capítulo cubano del Encuentro Mundial de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad ?que se reunió por primera vez en Caracas en diciembre de 2004?, desfilaron ofreciendo testimonios y análisis tanto analistas como víctimas y familiares.
 
Los relatos, la documentación expuesta, fueron de tal peso que la única respuesta posible de parte del gobierno estadounidense parece ser la de lisa y llanamente ignorarlos. Un ejemplo: el documento que firmó el 13 de marzo de 1962 – en plena dorada época kennediana de la Alianza para el Progreso- el General L. Lemnitzer, jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas. Allí entre los pretextos que permitirían al gobierno de Estados Unidos la invasión de Cuba está el derribar voluntariamente un aéreo civil estadounidense, los pasajeros del cual hubiesen tenido que ser un grupo de estudiantes norteamericanos.


Tal acción por suerte no se realizó. Sí fue derribado, en cambio, 14 años después, un avión civil cubano ?73 civiles murieron? en una acción en la que participó Luis Posada Carriles, el terrorista que cientos de documentos prueban que estaba al servicio de la CIA, dirigida en la época por George Bush padre. Posada Carriles fue luego autor material de cientos de atentados en todo el hemisferio y se lo involucra incluso en el asesinato de John Kennedy en 1963. Detenido en Panamá, en 2004 fue indultado por la presidenta de ese país Mireya Moscoso. Hoy el gobierno venezolano reclama su extradición, colocando en un silencio embarazoso a la administración estadounidense.
 
EL CÓDIGO CHÁVEZ. El presidente Fidel Castro se hizo permanentemente presente durante las 24 horas que insumieron los debates en el congreso. Dijo, por ejemplo, que el suyo es el único país del continente que no puede ser acusado de desapariciones de personas, ni de actos de tortura, ni de ejecuciones extrajudiciales. En los 46 años de régimen revolucionario, por el contrario, 3.478 cubanos fueron víctimas de cientos de actos de terrorismo detrás de los cuales se denuncia la mano de la CIA y del gobierno de Estados Unidos.
 
La jurista estadounidense Eva Golinger, en su ensayo El código Chávez, cuya edición cubana presentó en La Habana, se valió de alrededor de 5 mil documentos ?80 por ciento de procedencia oficial estadounidense? que revelan cómo Washington apoyó con dinero contante y sonante (unos 27 millones de dólares) a los grupos golpistas que actuaron el 11 de abril de 2002 en Venezuela. Y no sólo eso: allí se puede ver cómo el gobierno de George W Bush estaba perfectamente al tanto de las acciones que esas organizaciones planificaban para el 11 y el 12 de abril y que provocarían decenas de víctimas. Pese a ello manipuló información para acusar de tales hechos a las fuerzas fieles al gobierno legítimo, que mientras tanto estaba retomando el control de la situación.
 
LOBO CON PIEL DE CORDERO. Durante los tres días del congreso de La Habana se demostró también la conexión directa entre la casi totalidad de las violaciones a los derechos humanos cometidas en América Latina y los gobiernos de Estados Unidos.
 
El jurista paraguayo Martín Almada, por ejemplo, reconstruyó los nexos entre el Plan Cóndor y las administraciones estadounidenses, y entre éstas y los genocidios y guerras de baja intensidad en América Central. Hoy se dispone de información suficiente como para demostrar la existencia de un solo diseño político que une a todos los proyectos de desestabilización en la región (Cuba, Plan Cóndor, América Central). En todos ellos, la presencia de cubano-estadounidenses basados en Miami es constante, tanto en la ejecución de actos terroristas como en su preparación (adiestramiento de integrantes de ?escuadrones de la muerte?, por ejemplo). Algunos de los analistas presentes en La Habana atribuyeron a esta ?internacional del terror? entre 500 mil y un millón de muertos y al menos 150 mil desapariciones, así como la difusión de métodos de represión a partir de las ?enseñanzas? impartidas en la Escuela de las Américas de Panamá.
 
El historiador italiano Piero Gleijeses, de la Universidad John Hopkins de Estados Unidos, se abocó a estudiar, en particular, el caso del golpe contra el gobierno de Jacobo Arbenz en Guatemala en 1954. Un golpe que ?según Gleijeses? no sólo puso fin al mejor gobierno registrado en la historia de ese país sino que abrió la puerta a una tragedia que ha causado ya 200 mil muertes. El estudio demuestra cómo la población estadounidense ?a diferencia de la europea, que se enteró con detalles de las conexiones existentes entre el gobierno de Estados Unidos, la multinacional United Fruit y el acto golpista? fue víctima, durante seis años, de un flagrante ocultamiento de información por parte de los medios de comunicación de su país. Recién en 1960, más por causas fortuitas que por un acto deliberado de revelar la verdad, la opinión estadounidense pudo ponerse al tanto de algo de lo sucedido. Gleijeses subrayó por otra parte cómo la política de doble rasero estadounidense se remonta a muchísimos años atrás, a 1806, cuando el antiesclavista y al mismo tiempo gran dueño de esclavos Thomas Jefferson, para lograr la anexión de Florida, ?sustraída ilegalmente a España?, fue habilísimo en mostrar a esta última como agresora cuando en realidad era la agredida. ?Desde entonces ?dice el profesor italiano? Estados Unidos ha institucionalizado una política constante de manipulación de los hechos que tiende a transformar a la oveja en lobo y a presentarse a sí mismos, por lo general agresores, como víctimas.?