Brecha – Cae Prodi, crisis en Italia

ansa_12093749_58480 A las 20.43 (hora local) de ayer jueves cayó el gobierno italiano de centroizquierda presidido por Romano Prodi. Le quitaron la confianza dos micropartidos de centro, y el resultado final de la votación en el Senado fue de 161 votos en contra y 156 en favor.

El parlamento italiano dio una prueba siniestra de la crisis ética y también cultural a la cual ha llegado la casta política italiana después de 15 años de cultura berlusconiana que ha contaminado en el profundo también buena parte de la izquierda. Cuando uno de los senadores del UDEUR decidió mantener su voto a favor de Prodi, otro senador de la misma agrupación lo agredió físicamente en pleno Senado gritándole insultos como “hijo de puta, maricón, cornudo”. El Senador agredido se desmayó y necesitó ayuda médica mientras el agresor era expulsado del aula. Al momento de la proclamación del voto, senadores de la oposición gritando desfrenadamente destaparon champagne y comieron pedazos de mortadela (así es apodado Romano Prodi) como se puede ver en la foto.

En este contexto Romano Prodi, que llevó la crisis hasta sus últimas consecuencias, dio una clase de coherencia política y dignidad valorable. Su gobierno (y probablemente su carrera política) termina con un balance manchado por la dificultad de los número demasiado débiles de su gobierno y el chantaje político de un parlamento donde se ha llegado a 39 distintas agrupaciones políticas a veces unipersonales y que sólo responden a las exigencias de la casta política.

Los principales motivos de la caída del gobierno son tres. El primero es la gran heterogeneidad de su mayoría, que abarcaba desde los centristas liberales hasta los comunistas. El segundo es la salida de la coalición del micropartido centrista liderado por el ministro de Justicia, Clemente Mastella. Cuando la justicia investigó a 35 dirigentes del partido por corrupción, éste decidió abandonar la coalición. El tercer argumento, seguramente el más importante, es la ley electoral vigente.

En 2006, Silvio Berlusconi, previendo una derrota de la derecha, cambió la ley electoral unas semanas antes de los comicios, para crear una situación de inestabilidad que dificultara a la izquierda gobernar. El mismo autor de la ley la definió como “una porquería”.

La izquierda, con un solo escaño de mayoría en el Senado, logró casi un milagro al sobrevivir casi dos años. Sin embargo, las tratativas para sancionar una nueva ley electoral, que terminara o disminuyera la gran fragmentación política italiana, asustaron a los partidos pequeños, que prefirieron una elección ahora para sobrevivir algo más.

Con un país en grave crisis de desconfianza, ahora se abren dos escenarios. Silvio Berlusconi y los pequeños quieren volver a votar con la misma ley electoral, “la porquería”. En este caso probablemente ganaría Berlusconi, aunque con una estrecha mayoría. El segundo escenario, favorable a la centroizquierda y a los partidos de derecha que no quieren mantener a Berlusconi como líder, prevé la formación de un gobierno institucional que apruebe una nueva ley electoral y lleve el país a elecciones, probablemente en 2009. En este momento es imposible prever qué pasará.