BRECHA – Blair: el futuro de la posizquierda

Nadie lo ama y sin embargo hoy Tony Blair ganará por tercera vez las elecciones. Logró bloquear la democracia, humillar a la izquierda y liquidar a la clase obrera. Se convirtió en el héroe de la clase media conservadora y empujó al partido de Margareth Thatcher hacia una ultraderecha xenófoba residual y sin influencia.


Gennaro Carotenuto,
Desde Roma


¿QUÉ VOTARÁ HOY una persona de izquierda en el East London pauperizado, en las Midlands desindustrializadas o en cualquier otro de los 646 colegios mayoritarios en los cuales se divide Gran Bretaña? Aparentemente jamás tuvo tantas opciones. Puede, antes que nada, ejercer su disciplina de clase, si aún se siente miembro de la clase obrera, y seguir votando al New Labour y a Tony Blair. Este gobierna la isla desde 1997, después de casi dos décadas de predominio conservador y de la revolución neoliberal de Margareth Thatcher. Para mantener ese voto tiene que seguir tapándose las narices ante las mentiras de Blair, sobre la guerra, sobre el hecho de que en ocho años este jamás hizo algo que el sentido común define como de izquierda. Se conformará con evitar que vuelvan los ?tories? y con algunos datos macroeconómicos positivos en un país donde un trabajador precarizado gana la mitad que un alemán en seguro de paro. Se conformará con la promesa de que Blair ?que mantiene el apoyo sólo del 45 por ciento de los que seguramente lo votarán- dejará pronto la mano a Gordon Brown, ministro de Finanzas y con una imagen levemente más progresista. El ?New Labour? encabeza las encuestas con entre el 37 y el 42 por ciento de los votos, una cuota que mermará sensiblemente su cómoda mayoría de 413 escaños obtenida en 2001.


Las otras opciones que tiene el electorado entran en un terreno desconocido. Podría votar por uno de los minúsculos partidos de izquierda que han surgido o se han fortalecido en estos años. La propaganda laborista recuerda ?con toda razón- que es un voto completamente inútil en un sistema mayoritario y hay una sola oportunidad que uno de estos partidos pueda aspirar a un escaño en el parlamento. Pasa en Bethnal Gren ?uno de los barrios más pobres del East London, donde Respect, la agrupación liderada por un dirigente laborista expulsado por Blair, George Galloway, quiere ser ?lo que la mayoría de los laboristas quisieran que siguiera siendo el partido?. Es una galaxia en movimiento, que recupera pedazos del movimiento pacifista y que sin embargo dejará escasa o ninguna huella en el parlamento.
La mayor oportunidad entonces es representada por el partido liberal democrático liderado por Charles Kennedy. El tercer partido británico, centrista, tendrá el mejor resultado desde 1929, presentándose con un programa con rasgos progresistas. Contrario a la guerra, propone lo que para Blair es una herejía: aumentar los impuestos a los ricos para financiar la asistencia social a los ancianos pobres y abolir algunas de las grandes injusticias impulsadas por la línea Thatcher-Blair, como las exorbitantes tasas universitarias. Uno de cada diez laboristas debería optar para el simpático Kennedy al cual se atribuyen entre el 18 y el 21 por ciento de los votos. Según el Times son votos suficientes para descabezar al menos 40 diputados laboristas pero sólo los escenarios más dramáticos se atreven a pensar que un Labour sin mayoría deba pactar con los liberales democráticos para un gobierno de coalición. En este caso el precio sería la caída de la institución que mejor preservan las élites británicas y expulsa cualquier pedido de representatividad fuera del bipartidismo entre laboristas y conservadores: el sistema electoral mayoritario. Para llegar a este escenario un número importante de electores laboristas debería dedicarse a otro quehacer este jueves electoral. La abstención es el espectro más temido por Blair. En 2001 votó el 60 por ciento de los que tenían derecho. El número puede caer otros cinco punto pero por debajo del 55 por ciento la mayoría absoluta de Blair estaría en peligro. Es una preocupación que lo ha llevado a impulsar un novedoso y criticadísimo sistema de voto por correo.
Más que perder las elecciones Blair teme deslegitimarse por la abstención. El más ?americano? de los líderes europeos caería si el nivel de participación electoral fuera tan bajo que se pareciera al que garantiza el dominio de las élites estadounidenses: alrededor de la mitad. Es así que, haga lo que haga Michael Howard, el líder conservador al cual se atribuyen entre el 24 y el 29 por ciento de los votos, todo gira alrededor de Tony Blair. Pese a todo sabe que nadie interpreta la modernidad mejor que él. El influyente semanario neoliberal The Economist tituló el miércoles: “No hay alternativa”. Cuando quebró la Rover, la histórica firma de automóviles, Blair no movió un dedo a pesar de los miles y miles de puestos de trabajo perdidos. La industria manufacturera ya no le sirve al país de la primera revolución industrial. Inglaterra vive del complejo militar-industrial y de seguir siendo el centro del mundo financiero-especulativo del cual dependen millones de puestos de trabajo. Para el líder de un partido que fue socialista no es el sol del porvenir pero es el futuro. Un futuro en el cual los valores de la izquierda no tienen ningún lugar.