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Brecha – Contratapa – Derechos humanos – Pincelazos de un año negro

 En tiempos de justicia infinita, 2004 ha sido el año de Abu Gjraib y del genocidio en Darfur. Según el informe anual de Human Rights Watch, Estados Unidos perdió toda credibilidad como defensor de los derechos humanos y enemigo del terrorismo. Gennaro Carotenuto, desde Roma

Human Rights Watch (HRW) es una ong de defensa de los derechos humanos. Entre sus compromisos figura la publicación de un informe anual independiente sobre el estado de los derechos humanos en el mundo que merece la pena ser estudiado detalladamente. Este año, una vez más, constata un retroceso del respeto a las libertades individuales en el planeta y la desoladora sensación de un mundo donde no hay quien se salve de un histórico retroceso en la cultura de los derechos del individuo. Desde Estados Unidos, que legitima la tortura y los bombardeos terroristas como herramientas para imponer su dominación, a China, donde la absoluta libertad de mercado no está acompañada de ninguna mejoría en el respeto del individuo, pasando por la Unión Europea, donde los derechos son un privilegio de quien tiene pasaporte comunitario, hasta África, que se hunde cada vez más. Las 540 páginas del informe son un golpe en el estómago. En más de 60 países de este mundo los derechos humanos se violan sistemáticamente.


DARFUR Y ABU GJRAIB. Son los dos casos emblemáticos que según esta organización representan mejor las mil injusticias de 2004. No es simplemente una operación de imagen. La vitalidad de la defensa de los derechos humanos en el mundo, de acuerdo a HRW, depende de la capacidad de reacción de las sociedades civiles. Y a juzgar por el juicio a los torturadores estadounidenses que ha pretendido disculpar a los autores intelectuales de los crímenes hasta promover a Alberto González -el hombre que quiso olvidar la Convención de Ginebra- como ministro de Justicia de Estados Unidos, el inicio de 2005 es tan negro como 2004. La línea justificadora de la tortura frente al ?terrorismo? y la línea de la ?obediencia debida?, que suena tan conocida mirándola desde América Latina, según el vocero de HRW, no sólo no son aceptables sino que tanto los autores materiales como los responsables políticos de los crímenes deberían ser enjuiciados por el Tribunal Penal Internacional por violación de la Convención de Ginebra.


Ninguna investigación independiente -que era uno de los pedidos de HRW- ha sido autorizada sobre Irak, Afganistán y Guantánamo, algo que los medios periodísticos en el mundo han subvalorado presentando a menudo como verdadera la única versión disponible, la de los verdugos. Por supuesto, el hecho de que las violaciones más simbólicas hayan quedado sin castigo ha creado un ambiente de impunidad a nivel mundial. La alianza ideológica, en los temas de la guerra contra el terrorismo, entre Estados Unidos y Rusia ha llevado a un agravamiento de las persecuciones a la población chechena y a un aumento del recurso a la tortura por las policías de toda la Federación Rusa, en tanto la ?importación de la libertad? en Irak a punta de bayoneta ha canjeado víctimas por verdugos pero no las prácticas en las cárceles -que ayer fueron de Saddam Hussein y hoy de Allawi- en la región, en Arabia Saudí, Siria, Israel y Egipto, y no se registra ninguna mejoría en la situación de los derechos civiles.


CHINA. Según HRW hay algunos progresos que son contrabalanceados por el hecho de que el aparato estatal chino, no preparado para la circulación de riqueza, esté dominado hoy por una corrupción sin frenos. La ong señala las masivas olas de protesta contra la corrupción en el interior del país, que no tienen ninguna mención en la prensa internacional y que han sido tratadas de manera fuertemente represiva por el partido único. Éste, más que la corrupción, ha seguido reprimiendo la libertad de expresión, y no sólo de las minorías étnicas en Tíbet y en Xinjiang.


COLOMBIA. Yendo a América Latina, HRW está preocupada porque la actual desmovilización de paramilitares por parte del gobierno de Álvaro Uribe aparenta ser solamente una operación de fachada, más que nada organizada para garantizar la impunidad a los autores de las peores atrocidades de las Autodefensas Unidas de Colombia. Mientras en Bogotá el diario El Tiempo ha respaldado las denuncias de HRW, el gobierno de Uribe ha acusado a Héctor Vivenco, responsable de HRW para América Latina, de ser simpatizante de las farc.


EL HIMALAYA TRÁGICO. Mientras la guerrilla maoísta declara -exagerando- controlar el 80 por ciento del territorio, el ejército real se mancha con atrocidades y desapariciones. En 2004 Nepal superó a Colombia con 1.400 desaparecidos, la mayoría de los cuales se han desvanecido después de ser arrestados por fuerzas gubernamentales. En el otro bando, HRW teme -aunque admite tener pocos datos para ofrecer- que la guerrilla lleve adelante enrolamientos forzados de campesinos en sus filas y que cientos de ellos, niños especialmente, hayan sido raptados en las zonas más alejadas del país para utilizarlos en la guerra.


EL HORROR AFRICANO. Denunciar el asesinato brutal de la militante lesbiana Fanny Ann Eddy, en Sierra Leona, parecería una gota en el mar. Sin embargo para HRW, organización para la cual Eddy colaboraba con su asociación para los derechos de los homosexuales, atestigua cómo a la sociedad civil africana se le impide desplegar su potencial. El 29 de setiembre Eddy estaba sola en las oficinas de su asociación en Freetown cuando la asaltaron, la violaron, le rompieron la columna vertebral y la asesinaron a puñaladas.


El caso más relevante, cuantitativamente, en un continente destruido por los conflictos armados, es el de la remota Darfur, en Sudán, que ha causado al menos 70 mil muertos, más de 1,2 millones de refugiados internos y 200 mil refugiados en el cercano Chad. La crisis de Darfur ha estallado mientras se iba solucionando la larga guerra civil entre el norte y el sur del país. En Darfur, un territorio en el extremo oeste de Sudán, es activo el ejército del Movimiento de Liberación de Sudán en lucha con los pastores árabes llamados janjawid. Es una consecuencia de la desertificación, ya que éstos, aliados del gobierno de Jartum, fueron obligados a migrar hacia las tierras bien irrigadas de las tribus negras masalíes, fur y zagawa. En esta sangrienta pelea entre pobres, han pesado los intereses de las grandes potencias y HRW acusa a multinacionales como Siemens, Alcatel, Abb, la Tatneft rusa y Petrochina, de ser cómplices del genocidio. Es imposible en esta nota analizar en detalle todas las crisis humanitarias que asolan el continente y sólo es posible nombrar los países donde se registran las más graves y masivas violaciones de derechos humanos: Angola, Burundi, Costa de Marfil, Congo, Eritrea, Etiopía, Kenia, Liberia, Nigeria, Rwanda, Sudáfrica, Uganda, y Zimbabwe. Y esto sin contar que para un ojo experto es evidente que HRW olvida nombrar un lugar como Somalia, que desde que Estados Unidos, hace una década pretendió importar ?esperanza?, ya no es ni siquiera un país, y donde simplemente el Estado no existe, pero no han terminado los sufrimientos de sus diez millones de habitantes.


DERECHOS SÓLO PARA LOS EUROPEOS. La Unión Europea presume demasiado de ser la patria de los derechos humanos. A pesar de fundarse sobre la libertad y el respeto de los derechos humanos y pretender que todos sus miembros firmen la Convención Europea de los Derechos del Hombre, HRW apunta tanto a la política migratoria como a la legislación antiterrorista. Las situaciones más preocupantes se registran en Gran Bretaña donde -como en Estados Unidos- está liberalizado el arresto sin juicio y sin límites temporales para los extranjeros. A España se le imputa el uso masivo del aislamiento en las cárceles, a Italia las expulsiones de personas solicitantes de asilo y a Holanda las extremas restricciones de los derechos de los migrantes. Prácticamente a todos los países se los acusa de que los centros de detención de los sin papeles no son otra cosa que cárceles enmascaradas para personas a las cuales no se las acusa de crimen alguno y donde el número de suicidios es elevadísimo.


En los Balcanes, mientras tanto, se consolidan los frutos de las limpiezas étnicas recíprocas de los años noventa. En Croacia, en Bosnia y en el mismo Kosovo se discrimina el derecho a la vivienda de los serbios que a la vez hacen lo mismo con las minorías expulsadas de sus territorios, mientras sigue la no colaboración con el Tribunal Penal Internacional, uno de los organismos más boicoteados en el planeta.


LA DEMOCRACIA IRAQUÍ. El voto del próximo domingo en Irak nos dará una nueva flamante democracia. Las patentes de democracia se otorgan y se quitan con criterios al menos discutibles. El jefe del gobierno italiano, Silvio Berlusconi -aún se esperan en este país las condenas por los torturadores del G-8 de Génova en 2001- acaba de ofrecer al dictador de Libia, Mu’ammar al Gaddafi, la palma de ?campeón de la libertad?, mientras en las cárceles de Trípoli siguen hacinándose miles de presos políticos. Es así que, según HRW, en las cárceles de la democracia iraquí alrededor del 80 por ciento de los presos siguen siendo torturados con las mismas técnicas del antiguo régimen. Y aun más preocupante es la conclusión del director de HRW, Kenneth Roth, frente el discurso de toma de posesión de George W Bush en Washington la semana pasada, donde mencionó más de 40 veces la palabra libertad y jamás habló de derechos humanos: ?La libertad así se hace un concepto abstracto. A cambio, el respeto de los derechos humanos vincula a todos, empezando por el gobierno presidido por George W Bush?.