Brecha – Naciones Unidas y derecho de veto

"Hacia donde mire, veo extremistas”, afirmó George W Bush en su discurso en la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Gennaro Carotenuto

Estas palabras explican parte de los miedos de un hombre que, para seguir imponiendo la supremacía estadounidense (la que teorizaron los ideólogos neoconservadores en el “proyecto para un nuevo siglo americano”), impuso al planeta la guerra contra el terrorismo y no alcanza a comprender que tanto dolor es la causa de más odio.
Sin embargo, cuando el reaccionario presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, dice en Nueva York que el Consejo de Seguridad de la ONU ya no representa a nadie, está señalando que los que no quieren escuchar son tan reaccionarios como él.
¿El Consejo de Seguridad puede seguir manteniendo el derecho de veto de Gran Bretaña y negárselo a su ex colonia, India; concedérselo a Francia y no a Brasil? ¿Puede seguir negando que el derecho de veto es un lastre insoportable?
Hugo Chávez empezó diciendo que luego del discurso de Bush el lugar olía a azufre. Los mandatarios se rieron, aplaudieron, y Chávez pasó a argumentar seriamente. Por ejemplo invitó a los estadounidenses a leer a Noam Chomsky. Luego citó al mismo Bush con su terrorífico “hacia donde mire, veo extremistas” (que sin embargo la prensa occidental no registró) y siguió argumentando, denunciando, proponiendo soluciones. Los grandes periódicos del Norte lo ridiculizaron: “El bufón de Chávez fue a la ONU a decir que Bush es el diablo”. Nada más.
Evo Morales, el luchador social que conjuga el respeto por la tierra propio de su cultura con la tradición revolucionaria sindical boliviana y la democracia participativa, hizo un discurso muy aplaudido por los países del Sur. Habló de ecología, de bienes comunes, de reforma agraria. Nada de eso reflejó la prensa internacional.
Luego Evo sacó una hoja de coca, y recordó a la asamblea la locura de la persecución que se abatió en las últimas décadas sobre los cultivadores de una planta benéfica con 5 mil años de historia, persecución causada por el consumo de cocaína por unos pocos millones de personas en los países ricos. Para la prensa del Norte el folclórico presidente boliviano, tan troglodita que ni siquiera se pone corbata, desafió la decencia mostrando la maléfica planta con la que se puede producir cocaína en el sagrado recinto de las Naciones Unidas.
Néstor Kirchner, tan peronista que huele a azufre desde lejos, recordó que su país registró un crecimiento ininterrumpido de la economía, una disminución de la pobreza y la resurrección de la industria local, sólo después de que Argentina cerrara sus puertas al Fondo Monetario Internacional. Dijo cosas banales. Por ejemplo, que el desarrollo sin distribución no es desarrollo. La prensa internacional ni siquiera registró su presencia. Por lo menos Evo y Hugo, al ser ridiculizados por el azufre y la coca, consiguieron ser citados. Kirchner ni eso.
La LXI Asamblea General de las Naciones Unidas fue clausurada y dentro de un año volveremos al punto de partida. Como argumentó Chávez, la Asamblea General no tiene ningún poder y el Consejo de Seguridad es prisionero de quienes tienen derecho de veto. Un derecho que sigue fotografiando al mundo en blanco y negro, como en 1945, huele de verdad a azufre y encadena a la ONU, y a 6 mil millones de personas, a las necedades de John Bolton –el halcón extremista que funge como embajador de Estados Unidos en la ONU– y de unos pocos países ricos. Los demás no cuentan.


Technorati Palabras clave: ,, , , , , , , , , , , , , , , , , , , , ,