Brecha – Informe de Médicos sin Fronteras – Muertes intencionalmente olvidadas

En su informe anual Médicos sin Fronteras (MSF) pone el acento sobre las diez crisis humanitarias menos conocidas del año 2005. En el mundo de la globalización se muere por enfermedades decimonónicas.

Gennaro Carotenuto desde Roma
¿Cuál es el lugar más violento del mundo? Al mirar los informativos la respuesta posible es una: Irak. ¿Cuál ha sido la crisis humanitaria más importante de 2005? Otra vez la respuesta unánime será: el tsunami. Un estudio italiano –que podría encontrar datos similares repetidos en cualquier país occidental– averiguó que la mitad del tiempo que la tevé de este país consagró a crisis internacionales estuvo dedicada a Irak. Sin embargo, más de la mitad de ese tiempo está dedicada a la política estadounidense sobre Irak, la tercera parte a los secuestros de occidentales y apenas el 0,1 por ciento a los refugiados iraquíes. Como si no existieran. Menos aun existen las víctimas de otras crisis, nunca o casi nunca mencionadas por la prensa internacional. MSF –que opera desde 1971 en el campo de la asistencia sanitaria en unos 70 países– ofrece un informe anual sobre las crisis olvidadas. El esbozo que acá ofrecemos dibuja un mundo sin salud porque es un mundo sin ley donde las guerras civiles se hicieron endémicas y el fin de dictaduras sangrientas dejó lugar al caos. Un país como Congo retrocedió a niveles a los que no llegó siquiera con la barbarie colonial del rey Leopoldo de Bélgica, y Somalia de hecho ya no existe. En tres continentes, África antes que nada, pero también Asia y América Latina se muere de enfermedades antes erradicadas y que reaparecen al conjugarse la violencia, la pobreza y el subdesarrollo que arrasan a media humanidad.
CONGO. En la República Democrática del Congo, el segundo país más poblado de África, no ha terminado la larga crisis que comenzó con la caída del dictador fondomonetarista Mobutu Sese Seko. Guerra y enfermedades destruyen la vida de millones de congoleses. En la provincia de Katanga, frente a la pretensión del ejército de desplazar a decenas de miles de personas, se combate desde noviembre, y lo mismo pasa en otras tres provincias donde MSF denuncia las sistemáticas violaciones de mujeres. Una década de guerra –terminada oficialmente en 2003– ha destruido completamente un sistema sanitario endémicamente frágil y la mortalidad infantil ha aumentado entre cinco y seis veces. En este país, donde una mínima parte de la población puede curarse, MSF invierte la mayor parte de sus esfuerzos.
CHECHENIA. A pesar de la pretendida “normalización”, la población civil sigue atenazada entre el ejército ruso y los grupos armados locales. Son cotidianos los allanamientos de barrios, condominios y casas que dejan saldos de heridos, muertos y desaparecidos. En el hospital 9 de la capital, Grozny, MSF ha curado cientos de víctimas de traumas de guerra y minas antipersonales. En un país destruido la situación habitacional es grave, tanto para los que volvieron como para los que siguen refugiados en la cercana Ingushetia en un cuadro sanitario dominado por la tuberculosis y la neumonía. Sin embargo –y si es posible– según MSF lo que parece el problema más grave es la desesperación absoluta de la población en un cuadro de inseguridad y casi sin apoyo humanitario externo, lo que causa depresión generalizada.
HAITÍ. Port-au-Prince ha sido barrida del mapa. Desde la salida del país de Jean-Bertrand Aristide, MSF denuncia que las facciones armadas se ensañan deliberadamente contra la población inerme y no combatiente de los barrios pobres. En 2005 MSF ha curado 2.250 personas y esta organización subraya que la mitad de las víctimas de armas de fuego son niños, mujeres o ancianos. Desde agosto MSF abrió dos centros de salud en la zona más difícil de la capital, Cité Soleil, atendiendo en los primeros tres meses a 12 mil personas.
SIDA. MSF denuncia que no hay investigación direccionada a los pobres. Cada día mueren de sida 8 mil personas, 1.400 de las cuales son niños, sobre un total de más de 40 millones de enfermos, prácticamente todos en el sur del mundo. Es una pandemia totalmente olvidada, con una falta absoluta de investigación farmacéutica que se ocupe de las características específicas de una enfermedad localizada casi totalmente en los países más pobres de África. En particular MSF denuncia el costo de las herramientas para diagnosticar la enfermedad que no están al alcance de la población. Es así que en los países de África se utiliza un test que tiene cien años y que, a pesar de la no disponibilidad de fármacos retrovirales de segunda generación, impide la atención oportuna.
INDIA. En los estados de Assam y Manipur, en el noreste de India, la violencia religiosa y étnica se hizo endémica. En octubre de 2005, 90 personas murieron entre violencias y represalias en Karbie Anlong, en Assam, en choques que han desplazado de sus casas a 40 mil personas. Son así 150 mil los refugiados de una crisis completamente olvidada. Sin amparo ni alimentos, los refugiados mueren de enfermedades curables como morbillo o diarrea ante la total indiferencia del gobierno indio. A pesar que MSF ha atendido a 50 mil personas víctimas de paludismo en 2005, la organización denuncia que la mayor parte de la población de los dos estados no recibe cuidados adecuados para esta enfermedad, tuberculosis y sida.
SUDÁN. Si en el sur de Sudán la guerra terminó hace un año las necesidades de la población quedaron insatisfechas y la atención de los medios se esfumó rápidamente. En un año la población, que padeció 20 años de guerra civil, no vio ninguna mejora de sus condiciones y son denunciados preocupantes recrudecimientos de los combates. El retorno de los prófugos en zonas no preparadas para la acogida y sin ninguna infraestructura hace que también en este país –el más grande de África– se vuelva a morir de paludismo y tuberculosis. Los enfermos caminan días y días para llegar al hospital de MSF en Akuem, en el Bahr-El Ghazal, que es el único en funciones de la región. Ya hay 6 millones de personas que dependen completamente de la asistencia alimentaria internacional y 2005 ha sido un año de escasez como pocos. La anunciada vuelta de cientos de miles de prófugos es vista por MSF con extrema preocupación.
SOMALIA. El país de África oriental en el cual Estados Unidos pretendió restaurar la esperanza durante el gobierno de Bill Clinton terminando con un fracaso histórico, quedó sin gobierno ni Estado desde 1991 cuando cayó la dictadura de Siad Barre. Según la ONU hay apenas cuatro médicos cada 100 mil habitantes y los pocos centros médicos –que cubren territorios de hasta 800 quilómetros de radio– son sistemáticamente saqueados por bandas armadas. Si Somalia ya no existe, sus 10 o 15 millones de habitantes siguen padeciendo desnutrición, extrema pobreza y la peor sequía desde 1990. Según MSF, que reivindica su presencia en el país desde 1986, dos millones de personas padecerán hambre en 2006 y sin embargo muy pocas organizaciones internacionales se atreven a trabajar en Somalia, donde la catástrofe está a la vuelta de la esquina.
COLOMBIA. Es el tercer país con más desplazados del mundo después de Sudán y Congo. Hay más de 3 millones de personas que han sido obligadas a dejar sus casas y MSF denuncia que esta situación creció a un ritmo del 10 por ciento en 2005. El clima de violencia en el país –con el terror utilizado por todos los beligerantes– concluye en una ansiedad psicológica de efecto paralizante sobre la población. Si bien los desplazados tendrían derecho al sistema sanitario nacional colombiano, muchos de ellos, por miedo o falta de información, son inducidos a no registrarse y a no beneficiarse ni siquiera de la asistencia sanitaria básica.
COSTA DE MARFIL. ¿Quién se enteró en la prensa mundial de la guerra civil en Costa de Marfil? Uno de los países más estables y ricos de África, capaz de captar inmigrantes de la región, está asolado desde 2002 por una guerra civil que causó miles de muertos. En torno a la larga línea de 1.900 quilómetros que divide el norte del sur y está patrullada por tropas de la ONU y francesas, cientos de miles de refugiados mueren, especialmente de paludismo. El desmembramiento de las familias y la presencia constante de soldados expone a mujeres y chicas a continua violencia sexual, prostitución y embarazos no deseados, y el aumento de todas las enfermedades sexuales es exponencial con la consecuencia que en pocos años las tasas de sida han subido rápidamente.
UGANDA. Veinte años de brutal guerra civil han llegado a desplazar al 80 por ciento de la población del norte de este país. Más de 1,6 millones de personas viven en campos inseguros, víctimas de creciente violencia y expuestas a morir por paludismo, diarrea y afecciones respiratorias de las cuales no se moriría en ningún otro lugar del mundo. Los campos de Gulu, Lira, Pader, Kitgum, Apac y Katakwi ni siquiera garantizan las necesidades hídricas mínimas de la población. Las familias, que combaten el estrés de la guerra y del desplazamiento forzado, viven en condiciones deplorables y el sida es un componente importante en la destrucción de cualquier tejido social. Tanto en Kitgum como en Pader los continuos ataques contra operadores sanitarios podrían dejar totalmente desprotegida a la población, y los miembros de MSF temen verse obligados a retirarse. Sería una señal siniestra en un planeta donde la sociedad civil cede cada vez más espacio al caos.