Brecha – Berlusconi en la cuerda floja

El 3 de abril se realizarán las elecciones regionales en Italia y será un día amargo para el primer ministro. Sus aliados se pelean, Europa lo aísla, George W Bush y Tony Blair lo retan por el falso retiro de Irak. Pero si Berlusconi no goza de buena salud, todo parece indicar que el berlusconismo lo sobrevivirá.
Gennaro Carotenuto. Desde Roma.   


Al cierre de esta edición el parlamento italiano está votando el cambio de media Constitución de la República. A paso forzado, con únicas pausas para los sagrados partidos del Milan y del Inter, decenas de artículos de la Constitución republicana de 1948 están siendo modificados casi sin debate. La oposición tiene un espacio de 90 segundos por cada artículo que se modifica. Ya Italia no será una república parlamentaria sino federal, donde federal significa un federalismo fiscal feroz y el fin de la cohesión nacional entre las distintas partes del país. La figura del presidente será humillada y la del jefe de gobierno exaltada. El neoliberalismo será la nueva religión del país sancionado por la Constitución. Y todo esto se debe hacer antes de Pascua o nos vamos y se cae el gobierno, le dijo a Berlusconi &endash;apuntándole con el rifle&endash; el ministro para las Reformas, Roberto Calderoli, de la parafascista, secesionista y xenófoba Liga Norte, que hace apenas una semana pidió la reimplantación de la pena de muerte.


La Liga Norte es el aliado más confiable de Silvio Berlusconi porque coincide con el bloque social que llevó al poder al berlusconismo. Sin embargo, las regiones del noreste del país podrían transformarse en un reducto en el cual la alianza de derechas que gobierna Italia desde 2001 organice su última resistencia hacia las elecciones de 2006. De las 14 regiones donde se realizarán elecciones el primer domingo de abril &endash;hasta ahora en ocho casos con administración de derechas&endash; Lombardía y Veneto son las únicas donde es segura la confirmación de los actuales gobernadores, mientras en Piamonte la región de Turín y de la fiat, donde la estructura económica es más favorable al trabajo dependiente, la izquierda, que presenta la única mujer candidata, la economista Mercedes Bresso, puede cambiar el color de la administración. En Lombardía, con ocho millones de habitantes, uno de los mayores motores de Europa, la izquierda incluso renunció a la pelea presentando un candidato de muy bajo perfil. Así Roberto Formigoni, un católico privatizador, integrante de Comunión y Liberación, un movimiento ultraconservador que en Italia ocupa el espacio político económico que en España es el Opus Dei, será fácilmente confirmado y seguirá cultivando sus ambiciones de suceder a Berlusconi.


No es la única señal de una convergencia moderada que supera al folclórico Silvio pero no al bloque social y económico que representa, y del cual la izquierda reformista forma parte. En plena campaña electoral el secretario del principal partido de izquierda, Piero Fassino, decidió posicionarse revaluando el papel de George W Bush: ?Su postura es completamente distinta de la generación de Nixon y Kissinger. Él está realmente luchando para que en Oriente Medio se llegue a la libertad y la democracia?. Como Fassino, también el ministro de Exteriores, Gianfranco Fini, de la ex fascista Alianza Nacional y uno de los posibles herederos de Berlusconi, lanza señales a Washington. Con el asesinato del agente secreto Nicola Calipari en Bagdad, Berlusconi se sintió obligado a asumir una postura formalmente digna frente al gobierno de Bush, y Fini se ha precipitado a mostrarse subordinado frente al gran hermano. La semana pasada, cuando Berlusconi por motivos electorales inventó la posibilidad de un retiro italiano de Irak, Fini, que se encontraba en Londres, tuvo el juego fácil al mostrarse sorprendido y en desacuerdo. Fini, Formigoni y el presidente de la Cámara, Pierferdinando Casini, son los más sólidos candidatos al liderazgo de la derecha italiana pos Berlusconi. El declive de éste, que podría durar hasta 2011, si lograra ganar las elecciones del próximo año, se percibe aun más en Europa, donde nadie lo invita. Las cumbres económicas son entre Gerhard Schröder, Jacques Chirac y Tony Blair, y las políticas, como la de la pasada semana, son entre Schröder, Chirac y José Luis Rodríguez Zapatero. Este declive político de Italia era impensable con los gobiernos de centroizquierda.


LA NEGRA HISTORIA DE ALESSANDRA MUSSOLINI. Nunca una campaña electoral ha sido más antipolítica o pospolítica. La política fue completamente sustituida por la imagen. Y ante sondeos indudablemente negativos, Berlusconi eligió no exponer su imagen, modificada en los últimos meses con varias cirujías estéticas y un trasplante de pelo. Hace cinco años el gobierno presidido entonces por Massimo D’Alema dimitió a raíz de la derrota en las regionales y se avino a entregar el país a la derecha el año siguiente. Este año la centroizquierda se apresta a cobrar, sin mover un dedo, la crisis económica de un país donde la precarización del mercado del trabajo y la incapacidad de enfrentarse al cambio sistémico impuesto por la globalización a la industria manufacturera, no es enteramente culpa de la idiosincrasia liberal de Berlusconi y de su afán de recortar servicios públicos a fin de reducir impuestos a los sectores acomodados.


En el centro de Italia las derechas no tienen esperanza, salvo en la región de Roma, el Lazio, donde ya gobierna el siniestro Francesco Storace, un posfascista renovado lo mínimo indispensable para poder cobrar su parte. Contra Storace la centroizquierda no encontró nada mejor que presentar a un periodista televisivo, Piero Marrazzo, popular defensor de los consumidores. Los sondeos ponían a Storace cuatro o cinco puntos por delante cuando apareció Alessandra Mussolini. La nieta del Duce, ex pornodiva de cuarta, con un lenguaje populista y de corral, salió del partido cuando Fini declaró en Jerusalén que el fascismo fue un mal absoluto. Juntó tres o cuatro partidos de la derecha radical, neofascista y neonazi. Entre ellos Forza Nuova, dirigida por Roberto Fiore, un personaje que desde el terrorismo negro de los setenta y sus años de prófugo en Londres, transitó al franquismo y al catolicismo preconciliar, y que dispone de abundantes recursos económicos.


La lista, que lleva en grandes caracteres el nombre Mussolini, en los sondeos tendría que quitar a Storace unos cuatro o cinco puntos, suficientes para otorgar la victoria a Marrazzo. Los pormenores de esta historia están por aclararse, pero la lista ha sido excluida porque una gran parte de las firmas que deben respaldarla resultaron falsas. Había firmado gente nacida el 30 de febrero o el 32 de agosto, algo fácil de descubrir en los controles. Si parece que algunos sectores de la izquierda ayudaron a la Mussolini a recoger las firmas, seguramente Storace hizo violar los sistemas informáticos de la ciudad de Roma para llegar a la exclusión de su ex compañera de partido. Después de dos juicios favorables a Storace, el tercero y definitivo readmitió a Mussolini en una historia oscura que durante días impidió que los candidatos hablaran de política.


EL SUR RESISTE. En un cuadro tan gris y triste las novedades positivas vienen del sur. No tan compacto como el centro rojo del país, también el sur es más rojo que azul. En Apulia, la segunda región del sur en importancia, el gris acuerdo entre las dos principales fuerzas de centroizquierda, con siete candidatos a presidente por los democráticos de izquierda y siete por los democristianos, se ha roto. El Partido de la Refundación Comunista, cuyo único papel previsto es recuperar votos de izquierda desde la abstención, exigió jugar el partido y hacer política. Y ha impuesto que en una de las 14 regiones se disputaran &endash;por primera vez en Italia&endash; elecciones primarias. Éstas han visto el sorpresivo triunfo de Nichi Vendola, candidato del prc que desafiará a Raffaele Fitto, presidente saliente y representante de las oligarquías más tradicionales de la región. Vendola es una rara avis de la política, 46 años, diputado, es comunista, católico y homosexual declarado, con una vida de batallas civiles fuera del sistema. Vendola sorprendió ganando las primarias en las cuales se le atribuía no más del 20 por ciento de los votos, viniendo de un partido que oscila entre el 6 y el 8 por ciento. Los primeros sondeos le daban el 30 por ciento contra Fitto, los últimos el 49. Faltan diez días. Una victoria de Nichi sería una victoria del mundo crítico al neoliberalismo y una lección durísima a quien entiende la política sólo como homologación hacia el centro y absuelve y revalúa a los masacrados de Faluya.